Las unidades de medida, las frases hechas, las monedas y los nombres alienígenas se han adaptado a las referencias humanas más cercanas.
OH RAZAS SAPIENTES DE LA GALAXIA, NACIDAS PARA ELEVARSE, ¿POR QUÉ CON UN POCO DE VIENTO YA CAEIS TANTO? estaba garabateado con algún fluido biológico indeterminado en la pared frente a la puerta de la bóveda, en un idioma que ninguna de las criaturas presentes podía entender ni tenía tiempo de leer mientras se tambaleaban hacia adelante y, cuando la criatura bípeda con un aspecto que recordaba a un zorro se fijó en los garabatos, un guardia tiró de él y lo volvió a poner en fila, aunque la criatura no pareció molestarse y aprovechó esta probablemente última oportunidad para decirle en voz baja que le daría diez millones de créditos si miraba hacia otro lado y le ayudaba a escapar, a salvar su vida. El guardia, un Mikmao joven, no se movió.
-¡No fue culpa mía! -gritó Zorro a una cámara. -Ya sé cómo funciona lo de golpear a alguien aquí, pero fue en defensa propia, ¿es que eso no se tiene en cuenta? Aún puedo pagar una indemnización, una multa, y todos los gastos que haya habido.
La cámara se movió siguiendo a Zorro, y él se percató enseguida. Quizás tuviera una oportunidad de hacerse oír por última vez. Había mucha gente escuchando. Alguien en control del programa debía haber decidido que lo que tuviera que decir valía la pena transmitirlo en directo. Un poco de polémica, y jarana con algo de sangre incluso a poder ser, en la entrada de los prisioneros antes del programa, era infalible para hacer subir la audiencia aún más si cabe.
-Soy muy ingenioso y estoy motivado. Lo que digo es que esto no tiene sentido. Puedo ser muy útil para los Mikmaos. Mi gobierno estará seguro de acuerdo, -continuó Zorro. Se paró un segundo para recuperar la respiración, pero continuó mirando hacia las cámaras que sobresalían en las paredes. De casualidad, mientras continuaba hablando, vió por el rabillo del ojo que los guardias abrían una puerta lateral y colocaban a otra criatura al final de la fila.
-Quiero decir que el hecho es que se golpeó a un Mikmao y yo estaba allí. Sí, estuvo mal y debería haber un castigo, pero alguien está metiendo toda esa mercancía de contrabando en el planeta y las autoridades parece que no lo ven, y yo puedo arreglarlo. -Zorro continuaba hablando mientras la fila avanzaba, pasando de una cámara a otra.
-Eso es lo que tiene sentido. Puedo corregir los errores, dar de vuelta a nuestra sociedad. Pero, en serio Mikmaos, ¿tengo que ser cazado hasta la muerte por un idiota rico?
Zorro sabía que no había nada que hacer, si no ocurría algún tipo de milagro. Era algo bien conocido y que te explicaban en detalle cuando llegabas a los planetas de los Mikmaos: golpear a un Mikmao es un delito grave. Serías rechazado, despedido, o castigado con golpes de vara simplemente por tocar a un Mikmao, a no ser que fuera un amigo cercano, y esto podía ser bastante arriesgado de dar por sentado. Una agresión mínima, incluso un golpe accidental, podrían significar años de cárcel sin posibilidad de recurso. Eres culpable por defecto y no te dejarían demostrar que eres inocente. Había como un 99.9% de condenas en casos en los que un sujeto de otra especie golpeaba a un Mikmao. Un caso como el de Zorro, una pelea completa con un Mikmao, era una condena perpetua segura, o aún peor, ser enviado como participante del programa de más éxito en todo el núcleo de planetas del espacio Mikmao.
Sobreactuando un poco, consciente de que su imagen estaba ahora seguramente en billones de pantallas, uno de los guardias se llevó la mano a la oreja. Alguien le estaba hablando. Luego miró a Zorro y sacó una especie de bote de spray grande del bolsillo de su chaleco. Zorro seguía hablando a una de las cámaras, una de las últimas antes de la puerta.
-Tengo una familia. Tenemos una casa en el planeta central de los Ilmorianos, por el amor de Dios.
-Ilmoriano, mírame, -dijo el guardia.
Zorro lo ignoró y, cada vez más enfurecido, continuó.
-Todo esto es enfermizo. Cazar y matar, y reírse de eso. Creéis que es muy moderno eh degenerados, viéndolo en vuestras pantallas con vuestros hijos e hijas, -su voz se quebró un poco en ese momento. Ya no quedaba tiempo.
-Os amo Vyk, Boyee.
El guardia lo empujó hacia adelante, pero lo agarró del hombro de nuevo para escribir con el spray algo en su espalda. Entonces, Zorro tuvo tiempo de volver a mirar a la criatura al final de la fila. Voluminosa, bípeda, claramente vestida con algún tipo de ropa. Se movía de una manera extraña. No se parecía a nada que hubiera visto antes, aunque eso no es sorprendente, ya que cada año se descubrían cientos de nuevos planetas habitados por seres vivos y animales de todo tipo. La criatura llevaba una especie de mono que le cubría casi todo el cuerpo y se ajustaba bien a sus extremidades sin restringir movimiento, lo que significaba sin duda que era de una especie inteligente y con cierto desarrollo de tecnología. Los animales no se hacen ropa tan elaborada. Malditos Mikmaos, desgraciados, pensó Zorro. La criatura parecía no cooperar especialmente con los guardias, y Zorro vió como uno de los que le acompañan al final de la fila le dió un golpe con una porra en el costado. Las porras de los Mikmaos eran un arma contundente. Tenían un diseño estudiado a conciencia para causar dolor, ser fáciles de manejar, y se usaban de manera generaliza por los varios cuerpos de la policía Mikmao. Eran de algo más de medio metro de largo, de material flexible y suave al tacto en su exterior, pero con un núcleo metálico y balanceadas con la mayor parte del peso en una punta redondeada. Después del porrazo la criatura comenzó a caminar lentamente siguiendo la fila, sin apenas reaccionar al golpe. Mientras la luz exterior empezaba ya a cegar a Zorro, lo último que vió fue como el guardia miraba la porra con cara de sorpresa.
El otro guardia terminaba de escribir sobre la camiseta de Zorro. Un Mikmao con uniforme del programa y una cámara en una mano se acercó por detrás a Zorro. Las pantallas mostraban la fila de criaturas según iban saliendo del edificio del espaciopuerto hacia una zona abierta. Por primera vez al aire libre, la vista era muy llamativa y todas las criaturas se detuvieron un momento para acostumbrarse a la luz y ver bien lo que había a su alrededor, y maravillarse. Un aluvión de luz de cien soles brillantes en el cielo, con naves de todo tipo sobrevolando más o menos cerca del espaciopuerto y la zona de inicio del programa. Estaban ahora sobre una especie de escenario construido en medio de un amplio prado de hierba, con árboles al fondo. Grupos de guardias Mikmao los vigilaban a distancia. En las pantallas, en primer plano, se podía leer en la espalda de Zorro, ahora cubierta con palabras en lengua Mikmao: “Idiota rico, matar primero.”
Para sorpresa de todos, espectadores en sus casas incluidos, unos Mikmao vestidos con un uniforme distinto trajeron dos Mikmao al grupo de criaturas que se supone que iban a ser las presas en el programa. Zorro reconocía a uno de ellos, había seguido más o menos las noticias de los Mikmao desde que había empezado a comerciar con ellos. Era uno de los líderes políticos que más había alzado la voz últimamente en los medios de comunicación en contra del gobierno actual. La cosa se ponía muy oscura, pensó Zorro mientras miraba a los dos Mikmao preocupado. Esto era deshacerse de la oposición política, y seguramente se iban a cerciorar de que acabaran el programa muertos.
El programa tenía pocas reglas. Delicuentes de todo tipo y presos de guerra de especies con las que los Mikmao estaban enfrentados, eran traídos al planeta Acadia. Los cazadores pagaban una cantidad de dinero sin revelar, aunque se sabía que había ido subiendo mucho con el éxito del programa, y la mayoría de cazadores eran multimillonarios con ganas de hacerse famosos durante unos días. También solía ser parte del grupo algún político o militar con contactos. El planeta Acadia era bastante singular. Era el elegido para el programa por ser unos de los pocos planetas que a la vez estaba cerca del núcleo de la galaxia, cerca de la mayoría de las colonias Mikmao, no estaba habitado por ninguna especie inteligente, y además tenía unas condiciones ambientales y una naturaleza aceptables para la mayoría de especies. No era muy interesante si las presas, una vez libres para intentar escapar de los cazadores, colapsaban a los diez minutos en un aire irrespirable o una gravedad demasiado fuerte. Lo ideal es que dieran espectáculo durante unas horas y algún cazador pudiera lucirse con un poco de rastreo y un disparo a distancia. Aunque había pasado muy pocas veces, se suponía que después de unas quince horas más o menos, lo que duraba un día completo en Acadia, los cazadores se cansaban y si alguna presa había conseguido sobrevivir la dejaban abandonada en Acadia. No había contacto con los supervivientes de programas anteriores, aunque se sabía que alguno efectivamente continuaba vivo. En algún momento los directivos del programa habían discutido sobre un programa especial de búsqueda y caza de estos supervivientes.
En el escenario empezaba a haber otra vez movimiento. Un presentador conocido y un equipo de ayudantes estaban ya esperando en el prado, a un lado, explicando a la audiencia las características de las presas de este programa especial. Una vez el presentador acabó de hablar a las cámaras, los guardias Mikmao empezaron a indicar al grupo que se moviera hacia adelante, con gritos y empujones. Dejaron de formar una fila y se acercaron unas a otras formando un grupo más o menos disperso. Zorro miró a su alrededor y también al resto del grupo de presas.
-Hola, ¿alguno aquí me entiende, además de vosotros dos, -dijo Zorro mirando hacia los dos Mikmaos en el grupo, -¿Alguno entiende Mikmao o Ilmoriano?
Varios respondieron. Entre ellos un grupo de tres Nafian, unas criaturas de manos ágiles y de costumbres gregarias que los Mikmaos empleaban a menudo como trabajadores de poca cualificación. Podrían ser una oportunidad, aunque fuera mínima. Eran unas criaturas muy ingeniosas, quizás se les ocurriría entre todos alguna trampa, algún plan improvisado que le diera la posibilidad de sobrevivir.
-Nosotros tres entendemos bien Mikmao, somos cocineros para ellos en Acadia. O éramos.
La criatura al final de la fila también había respondido de manera afirmativa, y había hecho un gesto con sus manos que había llamado la atención de muchos de los presentes. Los guardias habían estado con la criatura unos segundos justo cuando el presentador los despedía y el público aplaudía. Parece que le habían quitado algún tipo de esposas o ataduras que había tenido hasta ese momento en sus extremidades. Quizás por eso se desplazaba de esa manera tan poco natural, pensó Zorro. Ahora era evidente que su capacidad de movimiento era mucho más amplia. Zorro miraba intrigado a la criatura, que empezó a hablar.
-Te entiendo, -dijo la criatura, que salía del escenario hacia el resto del grupo.
-¿Qué eres? Disculpa si te ofendo, pero no recuerdo haber visto antes a nadie de tu especie, -dijo Zorro.
-No es problema en absoluto. Mi especie se llama a si misma humanidad. Yo soy un humano. Mi nombre es Arquetes ¿Cómo te llamas tú?
Mientras hablaba, Zorro observó como el humano se agachaba para rozar con sus dedos la hierba del suelo.
-Yo me llamo Boya, -dijo Zorro. ¡Tu habilidad con el idioma Mikmao es fantástica! Creo que no he notado ningún acento y no podría decir si…
Les interrumpió el ruido y grito de varios guardias que se acercaban de nuevo a ellos gritando órdenes para que fueran hacia los árboles. Arquetes se giró hacia ellos y durante unos segundos los miró sin moverse. Boya sintió un escalofrío, un instinto subconsciente. Esa mirada, la postura del cuerpo. Esta criatura era de tipo depredador.
-Hay que moverse, -dijo uno de los Nafian. Tened cuidado con los guardias ahora, es su oportunidad de hacerse famosos.
El aire se respiraba fresco, con luz suave en todas direcciones, con insectos y polen flotando, brillando a veces. Olía a virutas de madera. Era por la ampliación de las cabañas de cazadores que habían tenido que construir en apenas un día. Unas cabañas cuya disposición estaba pensada para que las presas pasaran por delante de los cazadores al caminar por el prado hacia el bosque al inicio de cada programa, y así captar con las cámaras las reacciones de ambos. Era un pico de audiencia notable de cada programa, muy bien pagado por los anunciantes para colocar sus mensajes. Los cazadores solían llevar un gorro con algún logotipo, o estaban comiendo o bebiendo algo con una marca bien visible.
Azuzados por el presentador, los guardias gritaban y empujaban de mala manera a una de las presas, que se había quedado atrás y parecía muy asustada. Otra presa, de la misma especie, le estiraba de un brazo. Eran dos Jereteeks, o Jeks, una especie conocida entre los Mikmaos por su facilidad con las matemáticas y sus dotes organizativas.
-Esto no pinta bien Phat, ya empezamos como hace tres días, -dijo uno de los cazadores desde las cabañas. Junto al resto de cazadores observaba al grupo variopinto de presas mientras bebían unos vasos de vino.
-Es una vergüenza, cómo nos tomen el pelo otra vez nos vamos directos a la…
El cazador, un militar de alto rango, dejó su frase a medio terminar al ver como una de las presas volvía hacia donde estaban las otras dos que habían quedado rezagadas. Dos guardias Mikmaos habían sacado sus bastones, una versión alargada de las porras, y se habían acercado con intención de golpear a los Jeks. Los Jeks intentaban avanzar a trompicones hacia el resto del grupo de presas, que les miraban ahora quietas unas decenas de metros más adelante. Nadie esperaba en una situación así que los guardias se ensañaran con los Jeks. Evitarían sin duda herir de gravedad a las presas, que tenían que poder huir y esconderse de los cazadores al menos durante unas horas para que el programa fuera un éxito. Pero los golpes de los bastones eran sin duda muy dolorosos. Los Jeks por desgracia no eran una especie capaz de moverse a gran velocidad. Normalmente podían mantener una especie de trote de pasos cortos y rápidos, parando cada pocos segundos. Quizás además la composición del aire en este planeta no era la mejor para ellos.
En el plano de cámara que se transmitía en ese momento se observaba a distancia como una de las presas que iba delante en el grupo, se había parado cuando los guardias habían sacado los bastones. Ahora había vuelto hacia atrás con rapidez y había levantado del suelo a uno de los Jeks rezagados. Lo había cogido con una de sus extremidades superiores. Los espectadores en sus casas veían que la criatura debía ser como el doble de alta que el Jek, pero aún así se movía con agilidad. También veían como la criatura había colocado al Jek sobre su espalda, y seguía moviéndose con igual rapidez. Al poco había cogido al otro Jek, como un bulto entre una extremidad superior y su cuerpo, y volvía hacia el grupo de presas. El presentador del programa preguntaba a los expertos y comentaristas varios que le acompañaban sobre esta criatura. Uno de ellos empezó a explicar que era una nueva especie de la que aún se desconocía casi todo.
-Veo que dice en la ficha del servicio del programa que esta criatura ha participado en el reciente incidente con los Mullee, en el que han muerto 71 militares Ukaro, -dijo este experto.
-Aún no está confirmado por nuestro gobierno, ni siquiera por los Ukaro, que los responsables sean los Mullee, -dijo otro de los comentaristas.
-¡Venga, vamos Yelo, no seas cobardica, está claro que han sido ellos! -dijo el primer experto levantando las manos en el aire.
Mientras hablaban, en las pantallas se veía como el guardia que había llegado primero donde estaban los Jeks había dado a la criatura dos golpes con el bastón. Varios de los cazadores se habían percatado de la escena y miraban ahora hacia el prado en lugar de los vasos de vino.
-Oye Phat, le ha dado con el bastón y no ha reaccionado, ¿no? -dijo uno de los cazadores. El cazador con uniforme militar asintió y sacó unos pequeños prismáticos de una bolsa.
-Fijaos en eso, -dijo Phat, ahora que podía observar mejor la escena.
Al rato de entrar en el bosque, cuando ya no se escuchaban los gritos de los guardias, Zorro se paró. El resto del grupo de presas venía detrás y se paraban según iban llegando donde está Zorro. Los Nafian y los dos Mikmao primero. Una especie de pájaros pequeños jugaba entre las ramas mientras buscaban insectos. Enseguida detrás de los Nafian llegaron el humano y los dos Jereteek.
- …y estamos convencidos de que la civilización Mikmao no tiene porqué someter a otras especies para prosperar, -estaba diciendo uno de los Mikmao.
Aunque los árboles les impedían verlos con claridad, todos sabían que por encima había varios drones con cámaras que les seguían y a ratos también les escuchaban. También sabían que el programa tenía cámaras escondidas entre los árboles. Zorro empezó a decir algo al humano, pero se paró al ver que estaba hablando con los Jeks.
-En cualquier caso, muchas gracias por salvarme la vida, -estaba diciendo en su lengua nativa el Jereteek que Arquetes aún llevaba cogido en su brazo. El humano lo dejó entonces en el suelo y miró hacia el resto de grupo de presas. Estaban ya bajo unos árboles frondosos, con poca hierba debajo, y con la tierra húmeda de alguna lluvia reciente. Arquetes se agachó para quitar algunas hojas sueltas del suelo y cogió una rama seca larga y fina.
-Acercaos todos un poco más, -dijo el humano en lengua Mikmao. -Así, tocando unos con otros. No queremos que vean esto los de allá arriba, ¿eh? -y con la rama empezó a dibujar algo en el suelo, ante la mirada atónita del resto del grupo de presas.