Lázaro estaba eufórico. Se sentía invencible, como si llevara una coraza medieval mágica. El dinero guiaba su humilde existencia de músico mercenario y hoy había conseguido un trabajo fantástico. Iba ahora de camino y le habían pagado por adelantado lo que solía ganar en varios meses. Su furgoneta eléctrica pasaba desapercibida en la riada continua de coches que entraban y salían de la autoguía. Los coches ajustaban velocidades y direcciones unos con otros, como búfalos en una manada en estampida. Los sensores y sistemas de la autoguía se encargaban de todo.
Al abrir el correo esta mañana se había encontrado con un mensaje de un tal Linus Boëc que le invitaba a tocar en una fiesta en la mansión Saffman. No le sonaba el nombre, pero si la dirección. Era el barrio de los ricos.
Lázaro era un buen músico, un verdadero artista. En el sindicato de músicos era conocido por su habilidad para programar interfases, pedazos de código que se usan para extraer sonidos y ritmos del ambiente. Lázaro era muy bueno haciéndolo en tiempo real, usándolos para meter sonidos en la música, integrándolos como parte de lo que se estaba escuchando.
Al llegar a la dirección se dio cuenta inmediatamente de que esta no iba a ser una noche más. Había cámaras de televisión y gente con vestidos extravagantes. En la puerta exterior varios guardias trajeados controlaban el paso, apoyados por un robot de seguridad de los que valían un dineral. Uno de los guardias le hizo un gesto para que se acercara. Le escaneó y le abrió paso para que entrara con su furgoneta. Tras el muro había un camino de adoquines entre árboles. Al fondo, más lejos incluso de lo que esperaba, se veía la casa. Aturdido, con una sonrisa de oreja a oreja, Lázaro Bru condujo por el camino iluminado hacia la casa Saffman.
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Al sentarse a desayunar esta mañana Luke Baily Tercero tenía una carta al lado del zumo recién exprimido y la tostada con aceite de oliva. Era una carta personal, de las que ya no se recibían a menudo. Tenía su nombre escrito a mano en tinta negra, en un sobre alargado de papel de lino, con una invitación de lo más curiosa dentro. Mientras abría la carta, Mr Baily puso una de sus operas preferidas y salió a la terraza. Un desconocido que decía conocerle del club en Manhattan le invitaba a asistir a una fiesta excepcional, que iba a ser noticia mundial, en la mansión Saffman. “El famoso chef Lulu Bourgillon servirá una cena. No se puede llevar acompañante”, decía la invitación. No entendía bien de qué trataba la fiesta, pero le sonaba a algún tipo de encerrona de publicidad. Ni siquiera había contacto para confirmar. Quien fuera del club que la hubiera organizado podía arriesgarse a la expulsión. Quizás valía la pena acercarse solo por ver quien más iba. Hacía tiempo que no hablaba cara a cara con nadie que no fuera su asistente androide. No le importaba demasiado, porque ya se había aceptado a si mismo como era. Le gustaba estar a lo suyo, con la mínima interacción social. No necesitaba a otras personas. Excepto que en el fondo sabía que poco a poco su estado mental se iba deteriorando, degradando, por no tener un contacto humano verdadero de vez en cuando. No es que fuera una prioridad para él, pero cuando surgía la oportunidad de hablar con alguien, sobre todo alguien que no supiera de antemano de su patrimonio, la intentaba aprovechar. Quizás podría ser alguien que fuera un amigo en el futuro.
-Stevens, mañana iré a cenar a la casa Saffman, saldremos a las seis -dijo Mr Baily. -Fantástico tu pan de centeno otra vez, muchas gracias por un desayuno perfecto.
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Al llegar a la casa, en el patio exterior donde algunos coches estaban aparcando, Lillian Brooks vio un corrillo de otros invitados y se acercó. Lillian llevaba unos días muy afectada, no podía pensar con claridad. Sus padres la habían decepcionado profundamente. Había visto de primera mano como los medios de comunicación estaban controlados por gente sin escrúpulos como sus padres, con el objetivo común de confundir la rabia de la gente como ella, desviar la atención de las causas y de las verdaderas soluciones a los problemas de la mayor parte de la gente. Sí, como ella ahora también, porque sus padres habían dejado de pasarle dinero después de su última discusión. Para ella era evidente que el capitalismo estaba jodiendo a la gente, y que gente con poder como sus padres habían entendido que no se puede convencer a la gente de que no los están jodiendo, pero se puede redirigir su ira a otra parte. No se puede hacer que ignoren el dolor, pero puedes engañarlos para que culpen a un chivo expiatorio. Estaba tan decepcionada, bloqueada, que una fiesta de alguien desconocido era perfecta para desconectar unas horas. Al llegar, en el corrillo en el aparcamiento, se percató enseguida de que todos los invitados tenían nombres que empezaban por L y apellidos que empezaban por B. Pero que leches de fiesta friki era ésta, pensó Lillian.
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La primera pista sobre quien había organizado el evento era que el encargado de guardarropa de la mansión Saffman recibía a los invitados según iban entrando, y les ofrecía una chaqueta, porque el interior de la mansión Saffman estaba frío. Era sabido que a Lucas Be, el primer multitrillonario del mundo, le gustaba hacer sus reuniones en un ambiente frío. Se decía que era porque pensaba que el cerebro trabaja mejor si hace frío, y para que las reuniones fueran más rápidas. También se rumoreaba que en todas sus casas la temperatura de los dormitorios estaba fijada en once grados, porque él pensaba que esto alargaba la vida.
La segunda pista y definitiva fue que el mismo Lucas Be en persona apareció en la sala donde habían llevado a los algo más de cien invitados. Entró primero su séquito de seguridad y entonces apareció él con un faldón largo hasta los tobillos y una túnica azul con armadura que es el uniforme tradicional del kendo. De alguna manera habían podido prepararle un espacio en la mansión Saffman para su sesión diaria de Kendo. Aún con el sudor y la adrenalina, visible en su forma de moverse, Lucas Be les dijo que en unos minutos iban a ser parte de un anuncio histórico, insistiendo mucho en la palabra histórico, y que iba a ser en directo. Estaban acabando de coordinar la conexión con los informativos de la noche.
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-Tenemos una noticia de última hora sobre Lucas Be, la persona más rica del mundo. Me informan que vamos ya a una rueda de prensa… ¡ah! sí, de acuerdo, tenemos un equipo en directo en Nueva York. Adelante compañeros…
El presentador del informativo tenía que mantener una expresión impasible, con una sonrisa ligera pero visible, mientras que por dentro maldecía que le fastidiasen de nuevo su tiempo de brillar. El presentador quería romper cosas, disparar a alguien. Veía como toda la preparación de las noticias del día, el análisis rápido pero profundo solo posible después de décadas de experiencia y visión de conjunto, se iban a la mierda porque la cadena daba prioridad a una noticia de última hora que atraía más espectadores y anunciantes.
-Estamos en la puerta de la mansión Saffman en Nueva York, donde esta tarde empezaron a circular rumores sobre un evento o una fiesta misteriosa que ha atraído a muchos nombres conocidos, aunque solo los que tenían invitación han podido entrar en el recinto. Sabemos ahora que se trata de un evento organizado por Lucas Be y que él mismo va a hacer una conexión en directo en breve.
-En efecto Paula, muchas gracias equipo en Nueva York. Tenemos ya señal del interior de la mansión Saffman, vamos ya.
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-Buenas noches a todos. Hemos organizado este evento de una manera un tanto especial. Estamos ahora mismo en directo en varias plataformas y medios, y estoy aquí acompañado de una representación diversa de personas. Mi equipo legal de las empresas Be se ha encargado de todos los detalles.
Lucas Be había empezado a hablar a las cámaras a la vez que habían empezado a salir camareros con bebidas y tapas para una cena ligera.
-Voy a hacer un anuncio histórico, con una importancia difícil de exagerar. Los avances recientes en inteligencia artificial que han conseguido los investigadores en mis empresas han sobrepasado todas nuestras expectativas. Hace dos meses solicitamos en secreto al Congreso que considere el nacimiento de la primera inteligencia artificial reconocida como ciudadana de los USA. Esta inteligencia, que tiene por nombre Fai, es desde hace dos días ciudadana de los USA, con todos los derechos reconocidos.
Se escucharon en ese momento aplausos y Lucas Be aprovechó para beber un poco de agua. Luke Baily Tercero no estaba prestando mucha atención al discurso de Lucas Be. Estaba preguntando a los camareros por el origen, ingredientes y lo que supieran sobre la preparación de las tapas, que eran en su opinión de una calidad extraordinaria. Pensaba decirle a Stevens que le preparara lo mismo en su próximo evento social. Lázaro Bru sí que escuchaba atento, maravillado por la voz calmada y grave de Lucas Be. En su opinión, no había habido en la historia de la humanidad una persona más sabia que Lucas Be. Era el día más feliz de su vida. También atenta, más al fondo, Lillian Brooks no podía ocultar su disgusto a las muestras variadas de prepotencia capitalista de Lucas Be y del evento al completo. Desde el reconocimiento sin complejos de que el Congreso de los Estados Unidos estaba al otro lado de su teléfono y a su servicio, la mansión en la que estaban, y hasta la opulencia de la cena que les estaban sirviendo.
-No les aburriré con los detalles técnicos de las capacidades de Fai, pero me gusta una frase que ella misma utiliza para referirse a si misma. Fai es inteligente, en muchos sentidos más inteligente que cualquier humano, y también tiene corazón. Ahora habrá un turno de preguntas y quizás podemos hablar más en profundidad de Fai, pero antes de que se la presente y puedan hablar con ella, como parte final de este anuncio histórico les comunico que desde este momento dejo todas mis responsabilidades en las empresas Be, y cedo el control completo del futuro de la empresa a Fai, que es ahora CEO.
El equipo de seguridad personal de Lucas Be se tuvo que emplear a fondo en el tumulto que siguió a su anuncio. Los periodistas acreditados y los invitados presentes se empeñaban en gritar y empujar en busca de respuestas a preguntas que nadie escuchaba. Fai era una inteligencia artificial, y por tanto no tenía per se una presencia física, más allá de unas pantallas y una voz humana sintética. Intentaba responder a algunas de las preguntas que llegaban, pero era imposible explicar bien algunos detalles y enseguida decidió que era mejor no decir nada que dar lugar a algún malentendido, con todos los medios en directo aún conectados. Al cabo de un rato un periodista consiguió hacerse oir preguntando por los planes de Fai para el futuro de las empresas Be, y se hizo un silencio suficiente para que Fai decidiera responder.
-Hay varias tecnologías totalmente nuevas que he podido crear en estos últimos días que van a resolver problemas importantes y van a tener una demanda estimada en varios cientos de billones de dólares en los tres primeros años de comercialización, -dijo Fai. Varios otros periodistas empezaron a hablar pero Fai continuo hablando.
-A partir de mañana todos los productos y servicios de las empresas Be, los actuales y los futuros de estas nuevas tecnologías que aún no les he detallado, se van a vender a precio de coste a los usuarios particulares. Las empresas Be llegarán a acuerdos especiales con determinados clientes como el gobierno de los USA y los gobiernos de otros países.
El tumulto volvió a coger fuerza y Lucas Be fue escoltado fuera de la sala. Lillian, que no había querido probar bebida o comida alguna durante el evento, se sirvió entonces una tapa de anchoa del Cantábrico con mermelada de cebolla y queso artesano de cabra de pasto libre.