LA NAVE ROTA

Los motores habían colapsado. No podríamos escapar de la fuerza gravitacional del planeta.

Atravesamos las nubes y el piloto llevó planeando la nave hacia una zona que parecía de selva, con la esperanza de que los árboles amortiguaran el impacto. El aterrizaje fue brutal, había humo y ramas rotas por todas partes, pero sobreviviríamos, teníamos que sobrevivir.

Descansamos dentro de la nave durante unos días, temerosos, inseguros.

Una mañana finalmente tuvimos que salir a buscar comida, armados con poco más que nuestras manos. La luz era brillante para nuestros ojos, y amenazadores los ruidos de animales desconocidos que se movían entre los árboles verdes y altos. Una bestia que parecía salida de antiguas historias mitológicas nos esperaba emboscada. Atacó, cargando ladera abajo con un tronco de árbol en las manos, pero la derrotamos. Yo estaba herido, con mis ropas teñidas de rojo, no muy seguro de seguir vivo al día siguiente.

Nos comimos la bestia, y después otra, y otra.

Muchos años han pasado hasta que hemos aceptado nuestro destino. Éste es ahora nuestro hogar.