Construir un equipo: prioridad para una carrera investigadora de éxito.

La ciencia actual es colaboración en un sentido de largo plazo, también la ciencia básica. La idea de que las personas que hacen investigación e innovación trabajan en el vacío, lejos de la sociedad y de otras personas, es una falacia. La realidad es que muchas circunstancias se unen para crear algo nuevo. Los investigadores de más éxito en la generación de ciencia y de innovación están muy influenciados por la sociedad y las personas que les rodean. Dicho de otra manera, la habilidad más importante de un investigador es la capacidad de atraer, aprovechar y crear la excelencia en las personas a su alrededor, desde su etapa de formación hasta la construcción de un equipo de personas extraordinarias que en conjunto suman más que los talentos individuales de cada uno. Esto incluye la capacidad de entender el estado del arte y cómo cada persona puede contribuir en su avance, pero incluye fundamentalmente habilidades sociales. Es decir, son habilidades de largo recorrido que en parte dependen de la personalidad innata de cada persona y en parte de ser consciente de su importancia y en consecuencia de trabajarlas a lo largo de toda la carrera investigadora.

El valor de un individuo y sus contribuciones en ciencia e innovación no ocurre de manera aislada, y es muy difícil de medir como un valor económico por ejemplo, ya que una persona en un equipo investigador suele ser valiosa de maneras que no se recogen en los indicadores habituales. En un sentido similar más global se podría decir que la humanidad es una red de nodos únicos más o menos interconectados. La habilidad más notable de liderazgo de un investigador de éxito es la capacidad de aprovechar, nutrir y apoyar las expresiones y contribuciones de los demás, de los nodos de la red a los que tiene y ha procurado tener acceso. Su talento y mérito individual también son importantes, pero en realidad menos en un sistema de ciencia actual en el que la colaboración es crítica.

Un neurocirujano de prestigio que utiliza una técnica innovadora con mucho éxito ha llegado a este punto no solo por un talento y unas habilidades motoras finas excepcionales. Esto es lo evidente, lo necesario. Es menos evidente que su contribución es posible sobre todo por su capacidad para en el presente ser parte de un equipo de personal médico y recursos de tecnología que consiguen su mejor desempeño, y en el pasado por su capacidad para aprovechar las oportunidades de formación que se le han dado. El sistema actual sobre todo en el mundo académico está basado en el mérito individual, que es más fácil de medir, pero ignora la importancia del trabajo en comunidad y no reconoce bien nuestra dependencia de otros para nuestros logros. Los fallos de este sistema son especialmente visibles en la investigación en la universidad, donde se permite que investigadores con mucho talento personal crean que su éxito se debe sobre todo a ellos mismos, y como consecuencia desaprovechen la oportunidad de generar más y mejor conocimiento construyendo un equipo fuerte alrededor. Es visible en investigadores senior que a pesar de ideas y conocimiento con mucho potencial nunca han conseguido tener colaboraciones y equipos duraderos.

En innovación se habla a veces de herramientas de decisión como el «innovation funnel» que explican el proceso de innovación como un modelo de varios filtros de manera que de unas miles de ideas se extrae la que resulta en una aplicación real. La falacia es pensar que se puede aislar las ideas y filtrar una de entre 10.000, como si ésta tuviera valor y las otras 9.999 no. Einstein, por ejemplo, describió las historias de ficción como un combustible para muchas de sus ideas más profundas. Y esas historias de ficción sin duda se construyeron sobre imaginación y las experiencias de un escritor en un entorno social, familiar concreto. Einstein también era famoso por dar largas caminatas todos los días, de ida y vuelta a la Universidad de Princeton, y estas caminatas a menudo las citaba como su mejor momento para pensar. Incluso un paseo requiere de aquellas personas que mantienen las calles, los caminos. El conocimiento de cómo hacer que una calle sea agradable para pasear o que un parque tenga unos árboles con crecimiento equilibrado, y el trabajo para hacerlo realmente. ¿Cómo se puede alejar a Einstein del mundo en el que vivió y pensar que de todas maneras llegaría a la teoría de la relatividad? En mi opinión es así, de esta manera compleja e interconectada, como funciona el proceso de avance del conocimiento. Mirar una idea disruptiva como la teoría de la relatividad y pensar en un filtro sencillo que nos pueda decir si la idea dará lugar a resultados aplicados es una manera equivocada, poco eficaz de entender la innovación, igual que pensar que una idea así proviene de una sola persona. Es un manera equivocada de comprender la complejidad del esfuerzo humano. Ignorar a todos los matemáticos, físicos y científicos, grandes y pequeños, trabajando durante milenios, que lo hicieron posible. Todas las personas que ayudaron a nutrir la mente joven en desarrollo de Einstein, que lo ayudaron a sobrevivir hasta la edad adulta y prosperar. Los escritores de ficción que proporcionaron el combustible para su imaginación y las palabras que permitieron que su cerebro volara a través de las estrellas e imaginara nuestro universo desde la perspectiva de un rayo de luz. Hay miles personas que están indisolublemente unidas a la teoría de la relatividad, aunque se recuerde principalmente el nombre de la persona que finalmente la escribió. El filtro debe ser lo bastante complejo para tener en cuenta lo que puede ocurrir después con la idea, una vez ha sido formulada. Debe tener en cuenta cual es el equipo de personas y de circunstancias que pueden llevar la idea hacia una aplicación innovadora que responde a una necesidad presente o futura.

La falacia del sistema actual, de los filtros e indicadores basados en méritos fáciles de cuantificar, es que continuamente clasificamos de manera aislada. Mirando por ejemplo la producción de una persona que hace investigación y pensando que ellos, y solo ellos, son responsables de esa producción. Y ésta no es la forma en que trabajamos en realidad los humanos.

La humanidad es una red, y es nuestra responsabilidad nutrir todos los nodos de nuestra red. No para clasificarnos y calificarnos de acuerdo con una escala de cuánta ganancia pueden proporcionar al sistema. Es imposible calcular el valor real de una contribución de cada unos de estos nodos, personas de nuestra red. Imposible comprender a cuántas otras personas puede inspirar un individuo, cuán lejos a lo largo del tiempo pueden viajar su trabajo y sus palabras.

La idea reveladora o momento ajá de este argumento es que no se trata de una forma sentimental de entender el proceso de investigación e innovación. Es en realidad un argumento de eficacia y mejores resultados a largo plazo. Aprovechar y alimentar las propiedades emergentes de esa red de nodos que todos tenemos es la manera más potente de promover procesos que dan lugar a progreso e innovación útil. Hay una concepción, muy extendida tanto en entornos académicos como corporativos, del valor de la creatividad y la investigación humana, que no es realista ni pragmática. Es simplista y busca el resultado a corto plazo. Es una visión que malgasta recursos y atrae a procesos y situaciones estúpidas.

No creo que haya que olvidar el mérito individual y no recompensarlo. Las personas somos diferentes y algunas trabajan más duro y con más inteligencia que otras, y esto hay que recompensarlo. En este post quiero transmitir mi experiencia de que una persona que quiera tener las mayores posibilidades de éxito a largo plazo, especialmente en el sistema de investigación e innovación académica actual, debe pensar prioritariamente en cómo construir un equipo de personas con las que trabaje de manera sinérgica. Debe pensar y trabajar en cómo se establecen conexiones personales, colaboraciones, que complementan y multiplican el talento individual de cada uno. En este post quiero transmitir que aunque el sistema de la meritocracia individual está edificado en premisas falsas, se puede seguir jugando dentro del sistema y ser más eficaz al añadir la construcción de nuestra red de conexiones humanas como prioridad, además de pensar en aumentar nuestros méritos individuales. No tengo una propuesta clara para cambiar el sistema actual, de manera que fuera más reconocible y recompensable un equipo en conjunto más que una persona individual. Parece que es algo identificado y estudiado desde hace décadas como se resume en este artículo de 2004. Si hay cambios que vengan a quedarse deberían ser seguramente impulsados por instituciones líderes que reconocieran el beneficio pragmático a largo plazo para el tejido innovador local y nacional. Lo que he visto que más se parece a algo así es el proceso de recuperación económica de Japón después de la Segunda Guerra Mundial, basado en un apoyo a nivel estatal a la investigación y la innovación dirigido en la forma de grandes proyectos interdisciplinares, donde lo más importante era el intercambio de información y la utilidad de los resultados desde ciencia básica hasta aplicación industrial, más que la carrera académica de los científicos implicados. No hay que inventarlo todo, ya hay referencias.